miércoles, 18 de enero de 2012

Mira bien antes de bañarte

"Caballo de río". Así es como la persona sobre la que Bob Dylan  aún pregunta en sus canciones (who gaves names to all the animals?) decididió bautizar al hipopótamo, pese a no poseer más de caballo que los atributos consustanciales a casi todos los mamíferos. A simple vista, de tan sólo observarlo chapotear en los cenagales del Limpopo y revolcarse entre las aguas con su piel lampiña, parece ajustarse mejor la definición dada por los egipcios, "cerdo de río", sin obviar la más poética pergeñada por los árabes, "Bucéfalo de agua".

Hoy sabemos que el hipopótamo no es équido ni suido, sino que conforma una familia reducídisima de tan sólo dos miembros, el hipopótamo común y el hipopótamo pigmeo. Es la familia de los hipopotámidos.
Los hipopotámidos son unos mamíferos grandes, de piernas cortas, rechonchas, y cuerpos en forma de barril. Tienen una cabeza grande, con una boca amplia y fosas nasales situadas en lo alto del hocico. Al igual que los cerdos, tienen cuatro dedos en el pie, pero a diferencia de estos, utilizan todos los dedos para andar. Los hipopotámidos son ungulados, pero, a diferencia de la mayor parte de estos animales, no tienen pezuñas y cuentan en su lugar con unas almohadillas de resistente tejido conjuntivo. Su estómago tiene tres cámaras, pero no son verdaderos rumiantes.


Las especies actuales son de piel lisa y carecen tanto de glándulas sebáceas como de glándulas sudoríparas. La epidermis es relativamente delgada, por lo que se deshidratan rápidamente en ambientes secos. Las dos especies que existen difieren, en particular, por la forma de las orejas, las cejas son mucho más pronunciadas en el hipopótamo común.

Pese a su aire bonachón y su apariencia lenta, el hipopótamo es un animal fiero, mucho más dañino para el ser humano que cualquier otro que se adivinaría incorregible, como el cocodrilo o el león. De hecho el hipopótamo es el animal que más gente mata en Camerún, más que los cocodrilos y las serpientes venenosas. Dada la costumbre de los oriundos de lavar la ropa en el río y teniendo en cuenta el acusado crecimiento demográfico que provoca movimientos expansivos de la población, el hipopótamo está viendo mermado su territorio, esencial para el desarrollo de los grupos.   La tarea natural encomendada al macho es defender y preservar el lugar en que perpetuará su especie, por lo que no duda a la hora de intimidar o incluso agredir a cuantos osen ocupar su río. Al ser vegetariano, el hipopótamo no ataca a los humanos para alimentarse, sino exclusivamente por intimidarlo, lo que está dando lugar a una suerte de guerra civil entre especies en algunas regiones del áfrica negra, acusada en el extrarradio de Yaundé y otras ciudades camerunesas. Es obligación humana expandirse de forma cívica por el territorio y garantizar la biodiversidad, porque aunque ahora el hipopótamo estrague las formas de vida tradicionales de Camerún, nadie sabe cuánto se echará de menos su imprescindible presencia en la cadena trófica.

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